La mujer siempre ha estado bajo el yugo de la costilla del hombre. Se ha controlado minuciosamente su educación y su pensamiento para crear un género sumiso que poder controlar a antojo y deleite. Las religiones las han hundido y humillado, la educación las ha dejado indefensas y la sociedad las ha ocultado como un mero actor secundario bajo un telón de indiferencia.
Ayer fue el día de ellas, de las olvidadas, o mejor dicho, de las ocultadas. Ayer fue el día de las mujeres escritoras. Para que nunca se olvide a aquellas que con un folio por vela y una pluma por timón se enfrentaron al mar de la desigualdad y la injusticia en el que estaban sumidas. Por desgracia a muchas se les hizo naufragar y su legado fue enterrado en los fondos marinos, para que ninguna otra siguiese su ejemplo. Pero no se amedrentaron, y siglos de historia nos han dejado muchas escritoras que rescatar del olvido, desde Safo hasta Charlotte Brontë, Jane Austen, Gloria Fuertes, Cristina de Pizán o Gioconda Belli pasando por un sinfín de escritoras ocultadas.
Considero que es nuestro deber reflotarlas y darlas a conocer al mundo. Se lo merecen por los infiernos que debieron pasar bajo inquisiciones que las consideraban brujas, hombres que las coartaban y les cortaban las alas y estados que las veían como revolucionarias a las que debían aplastar.
Y ya para acabar, la mujer no se creó de ninguna costilla, la mujer ya estaba creada, pero también fue ocultada. “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó.” Génesis 1, 27-28.
Por Lilith, la primera mujer ocultada.
Nacho Moya Ruiz.
Por Lilith, la primera mujer ocultada.
Nacho Moya Ruiz.
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